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Tambo Asociativo Colonia Refino, el beneficio de un emprendimiento en conjunto

Este emprendimiento se formó a partir de nuclear capital y trabajo de tres familias de pequeños productores de Colonia Refino. “Lo más rescatable del proyecto ha sido su viabilidad en términos técnicos, económicos y sociales" dijo Butus.
30/01/2015 15:18 hs

Un entendimiento entre tres familias de pequeños productores llevó a la puesta en marcha de un emprendimiento nucleando el capital para trabajar bajo el objetivo de mejorar los índices y la escala de producción. El objetivo se cumplio, hoy la nueva generación sigue trabajando y viviendo en el campo de forma digna y con rentabilidad.

Seguramente no fue fácil, pero después de 24 años continúan trabajando dejando de manifiesto el nivel de organización alcanzado por este grupo de pequeños productores. El Tambo Asociativo de Colonia Refino, en el departamento Paraná, se formó a partir de la conformación del grupo Giser entre tres familias de productores tamberos en septiembre de 1990.

“Los pequeños productores para poder continuar en la actividad había que buscar escala y eficiencia, por lo que después de tres meses de analizar la situación que atravesaban al estar totalmente desfinanciados en una época donde la producción tenía poco valor, integraron este tambo societario” recordó el Ing. Julio Butus, que comentó que cada uno aportó su capital para conformar una unidad económica a partir de la fusión de los tres establecimientos. “Un productor contaba con 30 hectáreas, el otro tenía 21 hectáreas y el tercero tenia alrededor de 80 hectáreas que conformaron esta unidad económica y así integraron todo el plantel de vacas para ser ordeñe en el establecimiento de mayor superficie, el cual contaba con instalaciones para poder absorber los animales de los otros tambos”.

A su vez, Butus explicó que los tambos más pequeños tenían una capacidad de ordeñe entre 10 a 12 vacas, es decir “una producción aproximada de 11 litros. Mientras que este tambo tenía una producción de 450 a 500 litros de leche, tenía cinco bajadas que se podían aprovechar sin necesidad de hacer modificaciones para poder trabajar y así ordeñar todos los animales, contando los tres establecimientos”.

Los Grupos de Intercambio Solidario de Entre Ríos (Giser) fueron desarrollados durante los años 1987 a 1997, permitiendo nuclear a familias rurales y urbanas para trabajar bajo el objetivo de mejorar los índices y la escala de producción, mediante el conocimiento de nuevas tecnologías, la acción conjunta y organizada y el asesoramiento profesional. “Lo más rescatable del proyecto ha sido su viabilidad en términos técnicos, económicos y sociales, pero fundamentalmente porque ya han pasado 24 años de trabajo y cada una de estas familias sigue trabajando y viviendo en el campo” destacó el Ing. Julio Butus, quien es inició como asesor técnico del grupo y con el paso de los años se integro como parte del proyecto.

“Ninguno se ha tenido que ir del campo porque esta forma de trabajo le dio rentabilidad para poder continuar, cuando en el país desaparecieron tantos pequeños y medianos productores. Es muy meritorio pasar de una generación a la otra con el emprendimiento funcionando y dando un buen pasar a sus integrantes” destacó el profesional al considerar hoy este emprendimiento sigue en marcha en manos de los hijos de sus primeros integrantes.

Butus destacó que el asociativismo se hizo siempre “de palabra”, sin ninguna figura legal, pero “a los efectos de la comercializaron cada productor comercializaba participando con un porcentaje de las acciones que tenían de acuerdo al capital aportado. En el momento que lo dispusieran, cuando los hijos quisieran o si la escala de producción permitía una evolución, estaba abierta la posibilidad de volver al trabajo individual”.

“Dos de los productores lindantes en la medida que creció el tambo, que le dio cierta rentabilidad fueron invirtiendo en su establecimiento, y cuando estuvieron en condiciones de volver a trabajar en su establecimiento lo hicieron y hoy sigue la generación siguiente” señaló Butus.

Tras vivir toda la vida en el campo, Aurelio Neuberger formó parte de los primeros pasos del tambo asociativo. “Fue una experiencia buena, gracias a ello hoy seguimos viviendo en el campo, pasamos épocas muy complicadas pero pudimos seguir adelante”. Su hija Anahí junto a su marido, Alfredo Roskopf, continúan los pasos dados dentro de esta experiencia. “Trabajar de esta forma es mejor, es más seguro, antes se pasaron tiempos difíciles y hoy hay que seguirlo, debemos apostar para adelante” enfatizó Alfredo Roskopf.

Por su parte, Verónica Müller comentó que se encuentra vinculada al tambo societario desde su origen, siempre acompañando a su padre, por lo que señaló: “El tambo societario fue muy positivo”. Desde hace tres años continua en la actividad junto a su marido Javier Erhardt.

Para Butus, “el proyecto es interesante y por el esfuerzo del conjunto, ha sido exitoso. El trabajo en familia de estos pequeños productores, cuando uno le da las condiciones para poder amalgamar todos los recursos con lo que cuenta y armar un proyecto técnicamente eficiente, económicamente rentable y sustentable en el tiempo”.

De la redacción de Campo en Acción

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