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Se abrió un camino para reconocer las patentes de semillas

El dilatado proyecto de reforma a la Ley de Semillas, que al menos desde 2012 acumula incontables iniciativas fallidas, recobraría impulso en las próximas semanas si avanza una instancia de construcción de consensos que se abrió el viernes.
25/06/2018 11:49 hs

Las principales entidades de productores y de la industria acordaron discutir los disensos y luego presentarán un avance, para que se defina en Diputados.

El dilatado proyecto de reforma a la Ley de Semillas, que al menos desde 2012 acumula incontables iniciativas fallidas, recobraría impulso en las próximas semanas si avanza una instancia de construcción de consensos que se abrió este viernes, en una reunión de la que participaron las 4 entidades de la Mesa de Enlace, las técnicas como Aapresid y CREA, más diversos representantes de la agroindustria.

Si bien aún no hay un acuerdo definitivo, según distintas fuentes consultadas por Mauricio Bártoli de Clarín quedó flotando en el ambiente la sensación de que esta vez hay una voluntad generalizada de reconocer las patentes, aunque aceptando la resiembra con semillas obtenidas en el mismo campo (uso propio).

La llave se ubicó al revés en la cerradura. Luego de años de buscar entendimientos, ahora se negociará especialmente sobre los disensos, tratando de llegar al “bien común”, entendido eso como una situación en la que nadie ganará del todo, pero el conjunto perderá menos.

“Sabemos que no vamos a estar de acuerdo en todo, pero apuntamos a darle una vuelta de tuerca con los diversos enfoques sobre una misma mesa, poniendo en valor el trabajo y los proyectos en danza, aspirando a facilitar la tarea final que quedará en manos de los legisladores”, explicó Dardo Chiesa, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).

Pedro Vigneau, presidente honorario de Aapresid, una de las organizaciones de productores más tecnológicas con fuertes lazos con la industria de semillas y fitosanitarios, también es optimista. “Fue una buena reunión, el diálogo siempre es positivo, y confiamos que el miércoles próximo seguiremos avanzando, limando las diferencias, hacia los consensos que hagan falta”.

Desde las otras entidades, particularmente Federación Agraria Argentina, que hace dos semanas estuvo a punto de presentar un proyecto alternativo, casi en rebeldía, quedaron con voluntad acuerdista tras la reunión del viernes. Aunque una fuente federada advirtió: “Los productores ya estamos haciendo un gesto, veremos en qué cede la industria”.

La Sociedad Rural, que ofreció sus instalaciones para el encuentro, también mostró conformidad a través de sus delegados en el cónclave: el presidente Daniel Pelegrina y Gonzalo Villegas. Al igual que los demás participantes, que representaron a Coninagro, CREA, Arpov y ASA (semilleros), Ciara-Cec (industria exportadora) y a algunas grandes empresas.

El método práctico que utilizarán es un gráfico de tres columnas; una donde anotarán las coincidencias, en otra figurarán las disidencias relativas y finalmente se dejarán claras las diferencias de fondo, para abordarlas sin quedarse parados en trincheras particulares como sucedió hasta ahora.

Una vez armado el cuadro, se llevará ese borrador al presidente de la Comisión de Agricultura en Diputados, Atilio Benedetti, con quien aún no se habló formalmente. Sí hubo conversaciones con Emilio Monzó, el presidente de la Cámara, que alentó el consenso previo antes del tratamiento parlamentario.

“Creemos estar impulsando una posición madura. Más que construcción de consensos, aspiramos a generar una instancia de formulación de políticas públicas, que seguramente los legisladores nos ayudarán a construir”, se entusiasmó Chiesa.

Con todo, nadie canta victoria, porque saben que las diferencias de criterio aún son importantes y han hecho tropezar varias iniciativas para aggiornar la vigente Ley 20.247 (de 1973). Son conscientes también que cada parte deberá ceder algo de sus posiciones originales. Ahí estará la clave, y la muñeca política.

El aliciente es que, tras muchos momentos de tensión y la evidencia de que los rivales también juegan (léase, los países con reglas más claras en este tema), parece haberse llegado al punto en el que la mayoría entiende que no hacer nada es peor que intentar dar un paso.

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