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¿Qué pasará en el año ganadero que se inicia?

Juan Elizalde y Sebastián Riffel analizan las tendencias del negocio en tiempos intensos para la actividad. Quién pagará el costo de la sequía y la estabilidad del gordo. Qué recaudos tomar al hacer contratos de recría y cómo impactará la instalación
22/02/2018 08:35 hs

Juan Elizalde y Sebastián Riffel analizan las tendencias del negocio en tiempos intensos para la actividad. Quién pagará el costo de la sequía y la estabilidad del gordo. Qué recaudos tomar al hacer contratos de recría y cómo impactará la instalación de nuevos feedlots, son algunos retos de 2018.

Fuente: Valor Carne

Qué pasará en el año ganadero que se inicia

Las condiciones climáticas, con sequías generalizadas e incendios en algunas regiones, están afectando la actividad ganadera. Por un lado, a pesar de haber menos terneros que en otros años, dadas las inundaciones durante la parición 2017, se adelantó la oferta otoñal. Esto se puede ver en los remates de las zonas afectadas, donde hay gran fluidez y mayor proporción de terneros más livianos que lo habitual.

Por el otro, el precio del gordo, uno de los determinantes del valor del ternero en esta época, si bien viene aumentando en términos nominales, lo hace a un ritmo lento, lo que implica que el ternero no tenga demasiados motivos para subir.

Además, el incremento del 6% del precio del maíz impacta en el costo del kilo producido, por ser la base de la terminación del 65 a 70% de los terneros ofertados en el año, con o sin recría previa. Hilando más fino, al aumentar ese costo en los feedlots de los que sale más del 50% de las categorías livianas del país, un negocio de pocos kilos y corto plazo, esto se descuenta del precio a pagar por el ternero. Todo ello ocasiona que esta categoría se mantenga planchada o llegue a valores nominales incluso más bajos que los de la primavera anterior.

Eslabón por eslabón

Así las cosas, se inicia un ciclo ganadero estable en cuanto a precios, con el criador pagando (a través del precio) el efecto climático y la situación del resto cadena (maíz caro y precio del gordo estable).

Con estos valores del ternero, los feedlots están comprando activamente. En general, los empresarios del sector suponen que quizás haya un cambio de las condiciones climáticas que pueda ralentizar su oferta. O que se registre una potencial suba del gordo después de las lluvias y, con ello, se tonifique el valor del ternero. Y que si la sequía persiste, podrán adquirirlos aún más barato pero recién en la pos zafra, por efecto de las heladas.

En tanto, los invernadores que cuentan con animales recriados deberían analizar la posibilidad de adelantar los encierres y anticipar la entrada de terneros de compra para aprovechar estos precios, pagándolos con los novillos a los 60 a 90 días, dado que la relación de compra-venta actual luce favorable. Por otra parte, los criadores que posean buena cosecha de maíz y puedan destetar tarde, por tener pasto, usarán el precio del gordo como referencia para decidir si encierran los terneros o los venden al destete.

En síntesis, este año la cría subsidiará a otros eslabones de la cadena transfiriendo parte de su renta para contribuir a pagar el maíz utilizado por los feedloteros de gordos livianos o el pasto de los recriadores. Esto puede cambiar más con el clima que con el precio del grano; por ahora.

El desafío de recriar

Dado que esta etapa puede tener mejor margen que la cría, existe la idea de que “la solución” consiste en cambiar de actividad o más aún que el mismo campo donde funciona la cría resultaría apto para recriar.

Si bien, la necesidad de recriar es indiscutible para la ganadería argentina, es difícil suponer que quien no haya logrado buenos índices con la cría por falta de mejoras, aguadas y forrajes, o por manejarse con personal mal pago y poco calificado, tenga mejores resultados haciendo recría.

De acuerdo a lo que se ve en las consultas que recibe nuestro estudio, no más del 20 al 30% de los numerosos campos ofertados para recriar, podrían arrojar algún resultado técnico y económico favorable. Esto es, cumplir con los objetivos de la recría: lograr un animal con un determinado kilaje en un tiempo más o menos preciso, tanto con hacienda propia como en capitalización.

Hay que tener en cuenta que es una actividad más impactada por la relación de compra-venta (C/V) que la del ternero bolita. Durante el período de recría a pasto, sobre todo si es inferior a 5 a 6 meses, no se hacen muchos más kilos que los ganados en los tres meses de feedlot. Por lo tanto, la C/V en la recría puede ser tanto o más importante que en los encierres a corral.

Por último, para lograr un margen favorable, o al menos superior que en la cría, se requiere obtener una ganancia de peso mínima de 500 gramos por día. Hay muchos campos que no pueden alcanzar dichos niveles, independientemente de la carga, por la estacionalidad y calidad de los forrajes. Entonces, cuando se hacen contratos de recría, es recomendable establecer una cláusula de ganancia mínima de peso, que haga posible el éxito de la actividad.

¿Habrá más feedlots?

Hay una intención muy fuerte de instalar nuevos engordes así como de agrandar los existentes, algo que se ve frecuentemente en las consultas. En general, los proyectos de nuevos establecimientos, con o sin una superficie agrícola para la provisión del alimento, están ligados a alguna constructora vial, contratistas forrajeros y asociaciones con criadores, entre otros inversores.

Con este panorama, es probable que la capacidad de los encierres aumente un 15 a 20%, según estimaciones realizadas sobre distintas empresas asesoradas. Por ahora, la intención de hacer animales livianos se manifiesta en un 60 a 70% de estos planes, mientras que el 30% restante piensa realizar una recría previa de diferente duración.

La pregunta obvia es de donde saldrán los terneros para llenarlos si la producción de los mismos se encuentra estancada desde hace 50 años. Por un lado, es difícil que los animales que hoy se terminan a pasto (30% de la faena) abandonen este modelo para aumentar la proporción terminada a corral y cubrir la demanda de nuevas instalaciones. Es bueno recordar que los gordos de sistemas pastoriles provienen de áreas de islas, campos naturales o zonas con limitaciones agrícolas, por ejemplo, sudoeste de Buenos Aires, este de La Pampa, entre otras. Además, hay categorías que no pasan por corrales (vacas de manufactura o conserva, toros) en especial en un país con alta proporción de descarte de vacas de edad avanzada.

Por lo tanto, si la cantidad de animales a encerrar no aumenta, puede ocurrir una suba potencial del precio del insumo ternero considerando que los nuevos emprendimientos posean alguna ventaja comparativa, en cuanto a tamaño y eficiencia de conversión, aunque el margen bruto proyectado pueda disminuir.

El criador se beneficiaría marginalmente a través de una mayor demanda de terneros, en el caso de que sea eficiente y pueda ofertar más, pero quizás en el corto plazo. A largo plazo, el alto precio del ternero derivado de una mayor presión de los feedlots no se sostiene, más aún si los costos de alimentación son también elevados. La comida puede encarecerse por una mayor demanda de subproductos zonales, por ejemplo, afectando a empresas en determinados emplazamientos. Con ello, los encierres deberán dejar de transferir renta al criador para paliar situaciones que aumentan el costo del kilo producido.

Otra cuestión que se prevé, es un proceso de fuerte de recambio de empresas de engorde a corral, sobre todo las que lo realizan como actividad única. Aquellos corrales que no cuenten con escala; los que deban mitigar severos efectos ambientales, como el barro; o los que tengan altos costos de insumos, estarán en desventaja con el resto generando ese recambio hacia los más eficientes, incluso con algunos cierres.

Como conclusión, el año que se inicia parece ser intenso en temas ganaderos. Ante este escenario, es determinante que los empresarios trabajen buscando mayor eficiencia tranqueras adentro para ser competitivos en cada eslabón de la cadena.

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