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Manejo Actualidad

Cuando la producción ganadera y el cuidado del ambiente van de la mano

Es posible recuperar un bosque nativo degradado a través de prácticas de intervención y manejo. El planteo se basa en un sistema ecológico y productivo sustentable. Así quedó demostrado en una jornada organizada la FCA de la UNER.
24/10/2018 05:40 hs

Es posible recuperar un bosque nativo degradado a través de prácticas de intervención y manejo. El planteo se basa en un sistema ecológico y productivo sustentable y así lo refleja el trabajo publicado por Danilo Lima en DOS FLORINES.

Hacer ganadería en el bosque nativo de manera sustentable desde el punto de vista económico, ambiental y social es absolutamente posible y esto quedó perfectamente en claro durante una jornada a campo realizada en el establecimiento “La Esmeralda”, ubicado cerquita de Las Garzas, pequeña localidad llamada también Pueblo Bellocq.

El objetivo central de la jornada, denominada “Sustentabilidad en el bosque nativo: aumento de la producción ganadera utilizando prácticas mecánicas”, fue demostrar que la ganadería en el bosque nativo es viable. Es decir, no hace falta desmontar para que el negocio ganadero sea rentable; por el contrario, hacer ganadería sustentable aumenta los indicadores productivos y si esto sucede también se puede mejorar la ecuación económica, la renta.

El encuentro fue organizado por la cátedra de Ecología de los Sistemas Agropecuarios de la Facultad de Ciencias Agropecuarias (FCA) de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).

Presencia institucional.

Pedro Barbagelata, el decano de la FCA, en diálogo con DOS FLORINES, destacó el rol de los docentes de la institución “en las tareas de investigación y extensión” y, subrayó, la jornada de Las Garzas “es parte de ese rol que es una manera de interactuar con la sociedad, con el medio, y con los productores agropecuarios”.

En encuentros de este tipo, además, “se transfiere información sobre las investigaciones que se llevan adelante, en este caso, de las técnicas de manejo del bosque nativo que ayudan al aumento de la producción ganadera”.

La ganadería, se sabe, es una actividad muy importante en Entre Ríos, sobre todo la superficie que se destina a la cría bajo monte, en donde generalmente no se incorpora demasiada tecnología. Para Barbagelata, “en la medida que incorporemos tecnología vamos a tener mayor número de vacas por unidad de superficie, mayores índices de preñez para obtener más terneros, y mayor cantidad de kilos por hectárea. Por eso nuestro objetivo es difundir estas tecnologías, que son aplicables por parte del productor y económicamente viables, para mejorar la producción preservando el ambiente, sin necesidad de desmontar”.

Rodrigo Penco, el secretario de Extensión de la FCA, por su parte, dijo que la principal demanda de la sociedad a la facultad es “el cuidado del medio ambiente, pero también la posibilidad de acceder a una alimentación segura y de alcanzar la sustentabilidad social”.

Se trata, admitió Penco, de “una tarea difícil, que exige trabajar de manera interdisciplinaria y no sólo entre nosotros los ingenieros agrónomos, sino sumar a esta labor a otros profesionales para abordar estos temas de una manera más integral. No tenemos que encerrarnos, tenemos que escuchar, dialogar y ver en perspectiva esta problemática”.

El problema.

Entre Ríos presenta actualmente una superficie de bosques nativos de aproximadamente 1.200.000 hectáreas de las cuales un 60% se encuentran enmalezadas por especies arbustivas, como es el caso de chilcas, romerillo, carquejas y renovales de aromos o espinillos.

Las arbustivas de porte alto reducen la accesibilidad del ganado al pastoreo, disminuyen la receptividad de los bosques nativos y, por ende, el valor de la tierra y una reducción importante de la productividad en términos de kilos de carne por hectárea por año.

En este sentido, destacan desde la cátedra de Ecología de los Sistema Agropecuarios, en un bosque nativo con un 80/85% de cobertura de arbustivas se necesitan 4 hectáreas por vaca, representando 0,25 EV/ha.

Con las prácticas de intervención (mecánicas y/o químicas terrestres) más el manejo del animal (alta carga instantánea y frecuencias de pastoreo y descanso del pastizal) se puede revertir esta situación y duplicar la carga animal a 0,50 EV/ha, o sea 2 hectáreas por vaca. Los ensayos medidos en los bosques nativos de Las Garzas muestran 0,35 EV/ha en la situación testigo contra 0,83 EV/ha con prácticas de intervención, pasando de 1.500/1.600 kg MS/ha /año a 7.000 kg MS/ha/año.

Además mejora significativamente la superficie aprovechable en el bosque intervenido y se observa una respuesta compensatoria del pastizal por efecto de la luz y mayor disponibilidad de agua y nutrientes por disminución de la competencia de las arbustivas, sin modificar la composición florística del pastizal, fundamentalmente las especies herbáceas, situación que se está investigando con el PID UNER 2196 “Sucesión ecológica de un bosque nativo intervenido del Espinal Argentino”.

Lo más importante.

El ingeniero agrónomo Rafael Sabattini, titular de la cátedra de Ecología de los Sistemas Agropecuarios de la FCA, fue el anfitrión de la jornada y, a modo de síntesis, le dijo a DOS FLORINES que lo más importante que dejó el encuentro en “La Esmeralda” fue la información que los productores se llevaron para saber cómo deben manejarse en estos sistemas. “Nosotros estamos haciendo una intervención mecánica para mejorar y ampliar la superficie de pastoreo. Y lo hacemos con una pata ecológica que es conservar los bosques, y una pata social que es generar más mano de obra por el manejo que hacemos del bosque”, destacó Sabattini, quien obviamente también habló de la cuestión económica: “Con este manejo, el productor mejora la producción de carne y, consecuentemente, mejora su ingreso mensual, porque podemos pasar de 50/60 kg/ha/año a unos 80 kg/ha/año, algo que no es menor”.

“Cuando hablamos de sustentabilidad, hablamos de una práctica mecánica que puede ser complementada por una práctica química selectiva, más el manejo animal –un tema fundamental–. Y todo esto permite que las respuestas se vean desde lo económico-productivo, lo social y lo ambiental”, sintetizó.

Prácticas de intervención.

El manejo, como enfatizó Rafael Sabattini, es el aspecto primordial, por lo que es necesario conocer la superficie del potrero, evaluar el grado de enmalezamiento y las posibilidades de recuperación. Y después sí plantear las estrategias de manejo y las prácticas de intervención (mecánicas y/o químicas).

La intervención exige incrementar las prácticas de manejo, por ejemplo la intensificación de la carga animal instantánea y la subdivisión de los potreros con la utilización del alambrado suspendido.

Herramientas manuales, rolos y trituradoras desmalezadoras son los implementos indicados para las prácticas de intervención mecánicas.

Generalmente la primera práctica de intervención o la realización al mismo tiempo del empleo de trituradoras o rolos, es el empleo de motosierras en forma manual, con lo cual se hace el levantamiento del bosque nativo, a través de la poda de ramas y el raleo de árboles secos en pie, con el objeto de abrir el estrato arbóreo para permitir la entrada de las maquinarias. Además, se reduce todo material seco caído y se achican ramas u otros desechos.

Posteriormente a la intervención mecánica con implementos de arrastre se realiza un repaso con la utilización de motosierras y eventualmente, el uso de motoguadañas.

El rolo.

El ingeniero agrónomo Julián Sabattini, docente auxiliar de la cátedra de Ecología de los Sistemas Agropecuarios, por su parte, le explicó a DOS FLORINES el uso del rolo triturador frontal.

El rolo fue diseñado en la cátedra de Ecología y se trata de un cilindro metálico que cuenta con 19 hileras de cuchillas cuyo objetivo central es cortar y triturar la maleza arbustiva, fundamentalmente la chilca, el romerillo y el renoval. “La ventaja de este rolo, comparado con otros del mercado, es que se trata de un rolo frontal, es decir que va delante del tractor por lo que éste va marchando sobre un terreno limpio”, señaló Sabattini, y, de esa manera, “se preserva la unidad del tractor, se corta el material vegetal y se tritura”.

Sabattini, además, explicó que el rolo no se puede lastrar porque “ya cuenta con demasiado peso en el tren delantero del tractor, por un lado, y, por el otro, por su capacidad de corte sin lastre”.

El corte del material vegetal a través del rolado se basa en la energía cinética de rotación, que por el movimiento –el avance del tractor– genera el corte del estrato leñoso y arbustivo de hasta 10 cm de diámetro. Requiere una potencia mínima del tractor de 90 HP y doble tracción para el rolo triturador frontal.

El rolo posee un copiador del terreno para no trasmitir el movimiento transversal por las irregularidades del terreno hacia el tractor.

El material vegetal cortado presenta un largo de 15 cm, con el tiempo se seca y se descompone dependiendo de la pluviometría y las temperaturas.

Las pruebas de trabajo permitieron establecer un rendimiento de 2 a 3 ha/día con un consumo de 40 litros de gasoil.

Los trabajos muestran un aumento de la accesibilidad del 50% y, por ende, una mayor superficie disponible para el pastoreo con el consiguiente aumento del volumen de pasto.

La trituradora.

La trituradora, en tanto, presenta el mismo funcionamiento que una desmalezadora de eje vertical, a través de la toma de fuerza del tractor, y su altura de corte se regula con el enganche de tres puntos. El ancho de trabajo es variable, desde 1,60 hasta 1,90 m, y requiere una potencia de entre 60 y 80 HP.

Posee un rotor con martillos/cuchillas que giran a gran velocidad, cortan, pican y trituran el material vegetal (chipeado), y las arbustivas y leñosas de un diámetro no mayor a los 10 cm, quedando el material remanente con una longitud de 2 a 5 cm.

La capacidad de trabajo varía según la densidad de árboles, que impiden el desplazamiento del tractor. Los ensayos realizados en Las Garzas indican un rendimiento de 1 a 1,5 ha/día de trabajo con un consumo de 30 litros de gasoil.

La desventaja respecto al rolo es el desgaste de las cuchillas (requiere afilado) y mayor mantenimiento por engrase y control de aceite de la caja de trasmisión, diariamente.

Otra desventaja es que requiere una protección adicional al tractor, en el frente con un espejo para voltear el material vegetal y debajo del motor, caja y diferencial.

La ventaja es que se accede a mayores situaciones sucias y permite trabajar hacia adelante o para atrás. Respecto al trabajo es más prolijo por el corte, y la descomposición es más rápida con relación al roleado.

Prácticas químicas.

Finalmente, para la pulverización se utilizan máquinas de arrastre o de tres puntos y es necesario hacer abras que permitan el desplazamiento del implemento, utilizando un rolo o una trituradora.

Se utiliza un tractor con una potencia de 60 HP con una pulverizadora de 600 litros con enganche de tres puntos con un botalón reducido al ancho de la trocha del tractor de 2 a 2,20 m y sobre los laterales tienen dos picos finales en la barra que le dan un ancho de pulverización de 10 m y dos picos al medio de grano angular 90º. Se necesitan 5,5 bares de presión a través de una bomba de doble efecto accionada por toma de fuerza del tractor.

Se trabaja con un volumen de 200 a 250 litros por hectárea, incluyendo agua, sulfato de amonio, coadyuvante y producto químico (Pastar Gold, Pastar, Prado Extra, Tordon D30, Tordon 24k)).

La aplicación se debe realizar después de un rebrote considerable de las arbustivas y de los renovales.

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