Un equipo de investigación de INTA y Conicet desarrolló un biofertilizante pelletizado que convierte compost local en un insumo práctico que apunta a mejorar la fertilidad de los suelos y sostiene la economía circular.
El producto, validado en ensayos a campo con cultivos como tomate, vid, forrajes y hortalizas, incorpora materia orgánica, nutrientes y microorganismos beneficiosos para la calidad del suelo. En consecuencia, mejora su estructura, la disponibilidad de nutrientes y la productividad de los cultivos.
“Con Biopellet buscamos dar respuesta a una demanda concreta: mejorar la fertilidad de los suelos sin recurrir a estiércol crudo y con una alternativa más accesible que los fertilizantes químicos”, señaló el investigador Luis Bueno. Por su parte, el biólogo Emanuel Ontivero destacó: “El formato pelletizado revoluciona el manejo: es más práctico para el productor y asegura la distribución homogénea en el campo. Además, su formato facilita transporte, almacenamiento y aplicación, con ventajas por sobre otros bioinsumos”.
“Nuestro objetivo es transformar un pasivo en un insumo estratégico para la producción, generando empleo local y potenciando la competitividad de los productores”, resaltó Carlos Núñez, economista que también integra el proyecto.
“Este desarrollo refleja el rol del INTA en vincular ciencia y producción, ofreciendo soluciones prácticas que fortalecen la agricultura del futuro”, concluyó Bueno al dar cuenta de la experiencia lograda en la Región de Cuyo.
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