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Comienza el calor en los tambos: cómo prevenir pérdidas en el ordeñe

Los rociadores son una buena alternativa para bajar la temperatura corporal ante
Los rociadores son una buena alternativa para bajar la temperatura corporal ante
19/09/2019 10:12 hs

La producción en las vacas lecheras puede disminuir entre un 20% y un 30% por el estrés térmico. Un especialista explica qué medidas se pueden tomar para reducir el impacto del calor en el rodeo.

El aumento de temperaturas y el rigor climático junto con la “tropicalización” del ambiente pueden afectar en distinto grado la salud y productividad en rodeos bovinos lecheros y carniceros con sistemas de producción semipastoriles. Estos sistemas utilizan oferta de alimentos con base de granos y concentrados que estimulan la fermentación excesiva y promueven calor metabólico, que aumenta la temperatura endógena y complica la disipación del calor. Las “dietas frías” , al contrario evitan el exceso de calor endógeno y contribuyen a minimizar el efecto del estrés calórico.

El estrés térmico presenta signos clínicos como aumento de frecuencia respiratoria y jadeo entre otros menos visibles, afecta a la vaca lechera, el feedlot y distintas categorías y edades de bovinos: terneros de destete precoz, novillitos o novillos Holando y animales terminados para venta requieren cuidados preventivos como sombras y adecuada provisión de agua. En el rodeo lechero vacas en producción, vacas en periparto y terneros son categorías de cuidado.

El estrés calórico tiene mayor incidencia y son predisponentes animales con antecedentes sanitarios o rodeos con deficiencia en su plan sanitario preventivo donde el estado inmunitario en algunos casos está deprimido. El estrés calórico puede medirse a través del “ITH “ (Índice de temperatura y humedad), que caracteriza en moderado, leve y severo de acuerdo al potencial riesgo según temperatura ambiente y humedad que junto al viento son responsables climáticos, valores de ITH superiores a 68 a 71 son considerados de riesgo.

Distintas pautas de manejo han sido propuestas para minimizar los efectos adversos como la disminución de la producción en vacas lecheras que oscila entre 20% y 40% causada por la menor ingestión de materia seca (10% menos en verano) y disminución del consumo de alimentos, provocando trastornos reproductivos como mortalidad embrionaria y disminución de las tasas de concepción-menor duración e intensidad en las manifestaciones de celos.

Las principales medidas son:

– Adecuar las instalaciones de preordeñe, ordeñe y post ordeñe.

– Sombras móviles o fijas permanentes o estacionales.

– Adaptación de los horarios de ordeñe.

– Provisión de agua segura en cantidad necesaria y suficiente con dietas frías adecuadas para evitar exceso de calor metabólico.

– Ventilación y rociadores en la sala de espera: son una opción difundida con buenos resultados. El rociado con agua (sprinkling) tiene dos usos: evitar polvo de tierra y utilización sobre los animales, lo ideal es utilizar para ambos colocando aspersores en los corrales con la precaución de no hacer barro y considerar que la demanda de agua se aumenta.

– Alimentación: lo primero que hace la vaca cuando sufre estrés calórico es dejar de comer por lo tanto utilizar dietas frías y adecuar horarios de oferta de comidas, preferentemente primeras horas de la mañana y en las últimas horas de luz.

Relación costo - beneficio

Impedir que la vaca deje de producir o disminuya su producción un 20% o 30% es el fundamento esencial para trabajar e invertir en mitigar los efectos adversos del estrés calórico.

Es importante definir el impacto económico que tiene para la empresa implementar sistemas o construir instalaciones y hasta cuanto ese gasto influye en la respuesta productiva. Estas inversiones son elevadas en un término inicial.

Conocer los porcentajes de morbilidad o mortalidad relacionado en el estrés calórico permite hacer un diagnóstico preciso. El mayor costo corresponde a regiones que tienen climas con alta humedad relativa y/o baja velocidad de viento.

Nota de redacción: el autor es veterinario y docente de la Facultad Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires

Fuente: Mitre y El Campo.

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