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AVICULTURA

Juan Cruz Wagner: "Aún falta el asesoramiento directo al granjero"

El granjero abogó por el asesoramiento profesional de cada granero.
El granjero abogó por el asesoramiento profesional de cada granero.
01/04/2022 12:54 hs

Juan Cruz Wagner es avicultor de huevos en su granja ubicada en inmediaciones de Aldea María Luisa, en Paraná Campaña. El lugar se distingue por su prolijidad y el interés del productor por cuidar la evolución genética de las aves. Sucede que, además, es médico veterinario experto en aves y promueve la actividad profesional en cada establecimiento como un signo de evolución. En sus palabras: “A nivel productivo falta calidad de asesoramiento al granjero. No puede dejarse asesorar solamente por quien vende un producto; cada granja debe tener su asesor para evaluar todos los aspectos. Los veterinarios tenemos muchas herramientas para ayudar en la toma de decisiones. Esta pata está faltando y la tiene que demandar el productor primero para que aparezcan cada vez más profesionales especializados. En esta zona debería haber 15 o 20 colegas visitando granjas”.

Wagner cría gallinas en la misma explotación que una vez inició su abuelo y continuaron su padre y sus tíos. Conoce lo que implica un análisis histórico y los vaivenes que llevan a buenas y malas. En relación a este momento contó a Campo en Acción que “en los últimos años ingresó mucha gente a la avicultura que viene del agro buscando una transformación del cereal; este proceso se disparó con la pandemia y hoy ya están produciendo. Además, los granjeros de toda la vida se ampliaron. En la medida que se cubran los costos de producción y quede un margen, va a ser negocio; de no ser así habrá actores que saldrán de la actividad. La avicultura seguirá como siempre, con altas y bajas, como cualquier cadena de valor”.

Su labor cotidiana se concentra en las gallinas de alta postura para producción de huevos, recría y la elaboración del alimento que consumen. De la genética que toma para mejorar aportó que en el mercado hay cinco cabañas proveedoras y se le dificulta determinar cuál es la mejor porque todas alcanzan el potencial necesario. En particular, Wagner está ligado a a cabaña avícola Feller.

Determinó que en materia sanitaria más del 90% del cuidado se ejecuta desde que nace la pollita y hasta sus cinco meses. Luego refuerza en tiempo de postura con vacunas en spray, que, ponderó, arrojan excelentes resultados. Avisó que la calidad de tales medicamentos hace que los productores estén tranquilos en materia de control de enfermedades.

Por el andarivel de la nutrición apreció que las dietas guardan relación con la genética de cada ave. En su caso alimentan con maíz, harina de soja, afrechilloo de trigo, conchilla, pellets de alfalfa, macro y micro minerales, y sal. Su índice de postura es de 300 huevos por gallina en cada año productivo.

Contó que la evolución genética hace posible que las gallinas sean cada vez más productivas. “El desafío es sumar control de viabilidad. La idea es trabajar las gallinas con un solo ciclo productivo, arrancar con una crianza de entre 18 y 20 semanas y llevarlas a 100 semanas de postura”, aseguró poco antes de marcar que, a medida que crece, “la gallina pone huevos cada vez más grandes sin sumar calidad de calcio. La genética da la respuesta necesaria, pero tenemos que trabajar mejor en nutrición y en la crianza de la pollita, porque una deficiencia en ese tramo se expresa al final de su ciclo productivo”.

Al concepto de bienestar animal lo relaciona con su acceso al agua, higiene, ausencia de amoníaco y que no tengan frío o calor. Especificó que “la falta de bienestar a nadie le sirve porque no es rentable; tampoco se trata de soltar las gallinas porque eso requiere inversiones muy fuertes si se trabaja a escala. Nosotros tenemos el deber de abastecer un mercado nacional que consume 300 huevos por habitante al año”.

En torno al comportamiento del mercado del huevo dijo que está alterado. Argumentó que “en los últimos 20 meses, hasta febrero, fue un tiempo de bajos precios de venta en relación a los costos de producción. Fue muy malo, de desinversión. Se envejecieron las gallinas y no se repusieron. No se alcanzaba a pagar ni el alimento”. Del punto de quiebre, en el que las cotizaciones empezaron a repuntar, determinó que “con el calor de enero, donde las temperaturas fueron de 42 grados, hubo problemas serios que generaron mortandades y mermas de producción. Eso hizo que el mercado se descomprima y se recompongan los precios aceleradamente”. El conflicto bélico en Ucrania volvió a encender una luz de alerta fruto del incremento de los precios de las materias primas para los alimentos. “De seguir la guerra, en un par de meses estaremos otra vez con problemas de precios”, tiró el profesional cuya producción comercializamos con Tecnovo y mayoristas que cargan el huevo y lo distribuyen a todo el país.

Daniel Aguilar / Campo en Acción

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