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No falla: un suelo sano es aquel que está bien comido

En la entidad ponen en valor el daño de la labranza sobre la biología del suelo.
En la entidad ponen en valor el daño de la labranza sobre la biología del suelo.
11/07/2022 20:59 hs

La actividad biológica del suelo está condicionada por el agua, pero más aún por lo que le damos de comer. “El primer paso hacia suelos sanos, son los suelos bien comidos”, aseguró Marcelo Arriola, del Sistema Chacras de Aapresid.

Aportó que en la Argentina, prácticas como el cambio de uso del suelo, el fuego, sobrepastoreo, los monocultivos y la labranza se han llevado hasta un 40% de su capacidad productiva. A la par, organismos oficiales como Fertilizar, vienen alertando sobre la pérdida sistemática de materia orgánica y nutrientes clave en la región Pampeana como fósforo y azufre. En lo que respecta a la Materia Organica (MO), la Región Pampeana ha llegado a perder hasta el 50% en los últimos 100 años.

Sin embargo, hay productores que insisten en el uso de labranza, como uno de los procesos que creen esenciales para terminar con malezas difíciles a bajo costo. “Para los especialistas si queremos construir salud de suelo, no podemos usar la destrucción. Una labranza, así sea cada cinco años, significa perder más de 20 años de lo construido gracias a la actividad biológica”, explicó Arriola.

La labranza genera una oxidación y pérdida de la MO. Por otro lado, si bien no mata a los microorganismos, destruye el equilibrio y estructuras cuya reconstrucción tiene altísimos costos energéticos. Esto significa ineficiencia, porque es energía que no estoy usando para fijar carbono y producir. Una labranza, así sea cada 5 años, significa perder más de 20 años de lo construido gracias a la actividad biológica.

Las partículas como el limo que quedan en suspensión luego de la labranza, vuelven a organizarse en capas aún más densificadas. “Lo que necesitamos no es destruir sino re-agregar nuestros suelos en conglomerados de materia orgánica”, agregó.

Un suelo sano necesita de raíces vivas y ese debe ser el objetivo de todo productor sustentable. “Si tenemos en cuenta que el 80% de los hongos viven asociados a las raíces: ¿por qué matarlas? Pero cuando hablamos de raíces vivas, tenemos que pensar en los 365 días del año”, recordó Arriola.

Además, dijo que esto abre todo un capítulo en lo que entendemos por diversificación e intensificación de las rotaciones. “Tenemos que empezar a pensar en distintos cultivos sincronizados, conviviendo en el lote”, mencionó.

Por ejemplo, se está estudiando la entrega de N de leguminosas a gramíneas a través de las micorrizas. Esta nueva forma de N es mucho más eficiente que la ‘secuencial’, donde la leguminosa previa debe morir para liberar el N que será luego capturado por una gramínea posterior.

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