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SUSTENTABILIDAD

Parece mentira, pero la aplicación de la siembra directa evidencia un sensible retroceso evolutivo

El sistema de arrendamiento es un factor que acecha a la siembra directa.
El sistema de arrendamiento es un factor que acecha a la siembra directa.
03/04/2023 17:05 hs

Sobre la bibliografía que da cuenta de la degradación de los suelos del mundo producto del laboreo, y las pérdidas millonarias que este genera sobre la rentabilidad y el ambiente, un informe de la reconocida revista Nature de 2013 afirma que Argentina es líder global en la conservación de este recurso gracias a la adopción de la Siembra Directa o no labranza, que ocupa por arriba del 90% del área agrícola, según explica un reciente informe de Aapresid.

Sin embargo, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires midió una caída en el área bajo directa del 3%. Si bien la cifra no es exorbitante, desde la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) advierten que, desde lo conceptual, se trata de un verdadero retroceso evolutivo.

“Es contra intuitivo dar marcha atrás sobre una innovación tecnológica que no solo permitió preservar los suelos, sino también contribuir al desarrollo económico-productivo del sector y del país en los últimos 30 años, generando aumentos en los rendimientos, posibilidad de producir en zonas críticas, inversión y desarrollo de tecnologías asociadas”, advierten desde la entidad.

En este contexto, la institución publicó el informe: “No a la Labranza: Principios del Sistema de Siembra Directa, beneficios, problemáticas recurrentes y estrategias para su abordaje”.

El mismo surge del trabajo de especialistas e incluye un repaso de los principios del sistema de siembra directa y su aporte a la sustentabilidad, así como de las principales problemáticas por las que muchos productores están optando por volver al uso de discos, rastras de diamante o implementos para descompactar en profundidad, planteando estrategias de abordaje integral y sustentable para cada una de ellas.

“Sabemos que muchos de los que toman la decisión de labrar vienen de muchos años en siembra directa. Como Institución abocada a la generación y difusión de conocimiento técnico agropecuario, queremos ofrecerles toda la información necesaria para evitar ese camino”, afirman desde Aapresid.

A partir de relevamientos a productores, Aapresid identificó que muchas de las problemáticas detrás de la decisión de labrar tienen que ver con la falta en el manejo de la directa como sistema.

Entre las primeras, aparecen la presencia de capas compactadas en profundidad que limitan la productividad de los cultivos y el avance de malezas de difícil control. Respecto de esto último, el informe afirma que la simplificación debida, por ejemplo, a la fuerte adopción de cultivares tolerantes a herbicidas y el uso repetido de los mismos productos para el control de malezas, aumentó la presión de selección, favoreciendo el avance de aquellas especies tolerantes o resistentes que naturalmente existen en el agroecosistema.

Una labranza, así sea cada 5 años, significa perder más de 20 años de lo construido gracias a la actividad biológica.

Además, advierte que “lo único que hará el sistema de labranza elegido (ya sea convencional, reducida o en directa) es seleccionar ciertas especies de malezas en detrimento de otras”. En otras palabras, la labranza no eliminará al adversario, sino que cambiará su rostro. A continuación, el informe detalla una serie de estrategias integradas y de largo plazo.

Otro de los problemas detectados tiene que ver con reclamos ambientales que derivan, por ejemplo, en disposiciones municipales que limitan el uso de tecnologías como los fitosanitarios en áreas periurbanas. Aquí el informe precisa que la mera prohibición de los fitosanitarios para controlar plagas en dichos entornos, sin ofrecer herramientas alternativas para su manejo, no es la solución.

Esto queda de manifiesto en la pérdida de fertilidad producto de las labranzas que enfrentan muchos productores periurbanos, en su gran mayoría horticultores de pequeña escala que ven amenazada su permanencia en la actividad. El informe advierte que, al ser un tema de interés de la sociedad en su conjunto, sería clave la inversión pública para el desarrollo de conocimiento y la adaptación de tecnologías en estas áreas, a través de proyectos de trabajo que incluyan a todos los actores involucrados.

Otra de las problemáticas detectadas es el actual sistema de alquiler. El informe explica que en la Argentina, más del 60% de la superficie agrícola está bajo un régimen de arrendamiento anual.

Cuando el productor no tiene certeza de si podrá seguir cultivando el mismo lote la próxima campaña limita, por ejemplo, la planificación de una secuencia de cultivos o un esquema de fertilización de largo plazo, pilares básicos de un SSD. Incluso, muchos contratos se cierran tarde, con la consiguiente entrega de lotes infestados de malezas muy crecidas, contra las cuales hay ya pocas posibilidades de control.

En esta línea, Aapresid explica que la concientización de los dueños de la tierra sobre la importancia del cuidado del suelo es clave para generar un cambio, pero vuelve a apuntar la mira al Estado: “Siendo que el suelo es un recurso vital para toda la sociedad, sería importante que se propongan estrategias desde el Estado para alentar los sistemas en siembra directa, como programas de reducción fiscal para quienes lo implementen o planes de uso del suelo como los que ya utiliza Uruguay”.

Por último, el informe aborda otros desafíos que tienen que ver con el propio sistema de siembra directa, y que exigen seguir investigando y generando información y tecnologías para su abordaje. Entre ellos se destacan: los mayores riesgos de heladas, la falta de uniformidad en la emergencia, los aumentos en los costos y la falta de insumos.

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