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Viaje al corazón de la lucha contra las garrapatas en campos de Entre Ríos

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17/11/2025 10:58 hs

La lucha contra la garrapata es sin descanso en la provincia. La misión de los productores entrerrianos de carne es "matar al bicho" que atenta contra el bienestar animal y la productividad de los campos. Desde el compromiso de los ganaderos organizados, el combate es a conciencia. Como para muestra suele bastar un botón, periodistas de Campo en Acción y Bichos de Campo acompañaron a un grupo de los que luchan contra el parásito, en este caso en el departamento Villaguay. Y de eso va esta nota, de mostrar a los que trabajan, contando a su vez porqué lo hacen.

Las provincias del norte argentino que conviven con garrapatas pueden tener pérdidas mayores a los 2000 millones de dólares anuales. La cifra representa dinero que no llega a los bolsillos de los productores y es la causa por la que muchas veces es poco valorado el daño económico que provoca.

Éstos números, conmovedores, salen de extrapolar los datos del stock de hacienda, -más de 16 millones de cabezas-, que en el país conviven con las garrapatas, y las potenciales perdidas productivas y mortandades que también pueden generar: muertes agudas superiores al 30% y luego estacionarse en un goteo de alrededor del 10%.

Marcial Buiatti, experto de la Fundación de Lucha Contra Fiebre Aftosa (Fucofa), aportó tales datos y también que "el ganadero que convive con la garrapata en su campo puede perder entre 150.000 y 200.000 pesos por vacas y todos los años. En cambio, aquel que la erradicó invirtió alrededor de 40.000 pesos por cabeza una única vez". Su consigna en cada una de las docenas de reuniones con productores entrerrianos que ya se llevaron a cabo es "paguemos con esfuerzo hoy para no pagar con lamentos mañana".

La merma que no se ve

Buiatti, -experimentado veterinario sanitarista con cabecera en Villaguay y recorrido por toda la provincia-, ponderó que las estimaciones de perdidas productivas más serias indican que fluctúan entre el 20% y hasta 30% ya que los animales dejan de producir de 20 a 40 kilos de carne, lo que impacta en una menor cantidad y calidad; por lo tanto, un menor valor de venta que incluso complica las oportunidades de comercialización.

Dicho de otra manera: en Argentina hay más de 16 millones de cabezas vacunas que convienen con garrapatas, parasitosis que puede generar pérdidas superiores a los 300 millones de kilos, estimándolas con pérdidas productivas de alrededor de unos 20 kilos. Expresadas en dólares, esas cantidades de kilos pueden superar los 1000 millones de dólares anuales. Para entender aún mejor la gravedad del daño a la actividad hay que agregar el perjuicio al bolsillo derivado de mortandad, medidas en torno al 6% o 7%, de las 16 millones de cabezas; que serían de alrededor del millón de animales, cerca de 1000 millones de dólares más que salen del circuito productivo.

Dar la pelea al bicho

El accionar integrado de los productores con la Fundación viene frenando la libre difusión de la garrapata en la provincia desde hace 20 años. Profesionales y paratécnicos controlan ingresos y egresos; supervisan tratamientos y brindan asistencia a los ganaderos. Una tropa con garrapatas puede parasitar cuatro a cinco campos, o más; y cada foco nuevo implica años de pérdidas sanitarias productivas y económicas. Por lo tanto, está acción concreta de no haber permitido la libre difusión durante 20 años significó evitar que hoy Entre Ríos sea una provincia más conviviendo con garrapatas y por lo tanto se han evitado perdidas millonarias a los productores entrerrianos.

En contraposición Buiatti recordó que los objetivos constantes del ganadero pasan por aumentar la productividad y bajar la mortandad, y la garrapata hace todo lo contrario; reduce hasta un 20-30% la productividad anual y aumenta la mortandad.

Números concretos a campo

Dio un ejemplo de la realidad a partir de un establecimiento con una población de 280 cabezas que pueden producir unos 100 terneros sin esta parasitosis, y conviviendo con este flagelo pueden tener pérdidas productivas que equivalen a unos 25 terneros menos, que valen unos 15 millones de pesos; y una mortandad de 28 cabeza (34 millones de pesos); y otros 5 millones por tratamientos mínimos anuales para bajar la carga parasitaria y para poder vender.

Buiatti fue contundente al respecto; las cuentas son claras, o perdemos todos los años 150.000-200.000 pesos en potencial productivo y mortandades o invertimos entre 40.000-60.000 peso un año para limpiar el campo.

La voz de quienes ponen el cuerpo

Ariel Huck, productor ganadero y garrapatero en Villaguay habló con Campo en Acción en el establecimiento El Rincón, de Raíces Este: “Nuestra labor consiste en detectar campos infectados con garrapatas, para luego tratarlos. Visitamos los campos, armamos un protocolo de tratamiento según los productos que van a usar, y les hacemos seguimiento durante todo el año mientras dura el tratamiento: de ocho meses a un año según la época de hallazgo o denuncia de la garrapata”.

Sumó que “lo que hacemos es ir a cada tratamiento, revisar un lote de vacas, ver si se vuelven a encontrar garrapatas o no. Se realiza el tratamiento, se registra y se pone la fecha del próximo tratamiento según los productos usados: de ahí en adelante el productor puede mover hacienda haciendo los despachos correspondientes y las revisaciones previas a la venta o traslado. Cuando el ganado viene de un campo con garrapatas, el productor tiene la obligatoriedad de revisar ese ingreso, para que se le otorgue la autorización necesaria”.

Y Felipe Raúl Benítez, encargado de Estancia La Amalia, también de Villaguay, ponderó que “en el tema garrapatas, este establecimiento está limpio: periódicamente revisamos los animales para cerciorarnos. Tenemos muy buena relación con las estancias vecinas y eso facilita que nos cuidemos entre todos”.

Miguel Ángel Molina comenzó como vacunador contra fiebre aftosa en 1990; pero luego mudó de oficio, se hizo también garrapatero y ahora lo señalan como una suerte de decano entre los paratécnicos entrerrianos: “Yo empecé con la vacunación contra aftosa en 1990, en tiempos donde era más difícil la tarea especialmente en zonas monte adentro; donde tuvimos que salir con heladeras a gas y depositarlas en una comisaría para cuidar la cadena de frío”.

Recordó que “cuando se complicaron los focos de aftosa, me pasé a la garrapata ya que es una tarea que no se puede hacer a las apuradas, requiere mayor dedicación. En mi caso, comienzo la revisación por la zona de la entrepierna, ubre o en la capadura; donde ya tengo un panorama de si esa hacienda ha tenido o no garrapatas, ya que queda la picadura. Si la picadura es vieja, queda blanca, y las nuevas tienen un puntito rojo. De ahí, sigo revisando para el lado del pecho o la garganta, donde se suelen encontrar”.

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