Luego de 10 años de trabajo en sistemas intensivos bajo cubierta, un equipo de investigación comprobó que el uso de centeno como cultivo de cobertura mejora las condiciones físicas y químicas de los suelos destinados a producción de hortalizas de hoja y fruto. Una alternativa para mejorar la productividad y reducir la presencia de malezas en el suelo.

La experiencia se encara desde 2012 desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. Cristián Álvarez explicó que en muchos casos, los suelos se ven afectados por problemáticas como la sodicidad, salinidad, pérdida de materia orgánica y fertilidad física, producto de la intensificación de prácticas de manejo como el uso de motocultivador y el uso de agua de mala calidad para el riego, clasificadas como bicarbonatadas/cloradas-sódicas.

Es por ello que, con el objetivo de mejorar la calidad de los suelos, se estudian alternativas para disminuir la pérdida de agua y reducir aportes de sales, mejorar la estructura, la captación de agua, la biodiversidad de los ambientes productivos y el reciclado de nutrientes para incrementar la productividad y lograr un manejo sustentable.

Al cabo de 10 años de mediciones se encontró que el uso de centeno en estos sistemas y suelos destinados a la huerta mejoraba las condiciones físicas y químicas de los suelos, incrementando la productividad entre un 5 a 15 %. Lo cierto es que los cultivos de cobertura se vuelven una alternativa para la producción hortícola bajo cubierta, para darle continuidad a la productividad en el tiempo.

Corroboraron que con este proceso se cambian algunos atributos asociados, principalmente, al carbono con una mejora de alrededor de un 15 % y un aumento en la captura de nutrientes (40 % de lo incorporado). Por otro lado, se hicieron, además, determinaciones de variables menos dinámicas, relacionados a la física del suelo, como es la entrada de agua en el sistema y se encontró una mejora en la infiltración del 70 %.

Alberto Muguiro sumó que los cultivos de cobertura con gramíneas han sido utilizados tanto en sistemas agrícolas extensivos, como intensivos, a modo de esquema de rotación con los cultivos de interés principales (soja/maíz) o cultiva de hoja y fruto, para mejorar la fertilidad física y química de los suelos.

Por su parte, Carlos Pechin subrayó que estas prácticas incrementan la biodiversidad de los ambientes productivos ya que, especies como el centeno, son utilizados para reciclar nutrientes del suelo, incorporando carbono, mejorando la cosecha de agua, reduciendo la temperatura y sales en superficie y las malezas en el sistema.