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Las pérdidas por sequía llegan a 319 dólares por hectárea

El evento climático golpea duro en especial el bolsillo del arrendatario.
El evento climático golpea duro en especial el bolsillo del arrendatario.
02/02/2022 10:37 hs

La seca hizo caer la proyección de cosecha de soja y maíz 9 y 8 millones de toneladas, respectivamente. Incluso con la recuperación de los precios, la pérdida de ingresos netos del sector productor ya asciende a 2.930 millones de dólares, lo que redundará en menos fletes, servicios financieros y consumo. En total, según la Bolsa de Cereales de Rosario, el impacto sobre la economía argentina se estima en 4.800 millones de dólares, o un 1% de su PBI potencial.

En el frente externo, las exportaciones de los principales productos de los complejos soja y maíz caerán en 13 millones de toneladas. Al valorizar las exportaciones netas del sector a los precios actuales, se estima que dejarán de ingresar al país 2.665 millones de dólares, una caída del 10% respecto al total estimado al cierre del año pasado.

Además, el Estado dejará de recaudar impuestos por 1.440 millones de dólares, de los cuales 1.040 millones corresponde a menor ingreso tributario por derechos de exportación, y el resto a otros impuestos.

Si bien el estrés hídrico en Sudamérica ha dado sostén a los precios internacionales de los commodities agrícolas, esta suba no resulta suficiente para compensar la menor producción y los costos del sector productor. La caída de rindes en un contexto de suba de costos resulta demasiado aguda, arrojando pérdidas netas por 2.900 millones de dólares.

Del lado de los costos totales, en tanto, se observa un aumento promedio de 78 dólares por cada hectárea sembrada con soja, y de 98 dólares por cada hectárea sembrada con maíz. Si bien parte de los insumos ha sido comprado con anterioridad escapando al aumento en productos tales como la urea, otra gran porción de los costos logísticos y comerciales se abonan al momento de levantar el grano a los precios vigentes en ese momento.

Con estos números, el productor propietario de la tierra ha perdido en términos netos 139 dólares por cada hectárea que sembró con soja de primera, y 93 por cada hectárea que sembró con soja de segunda. En el caso del maíz la pérdida asciende a 221 dólares por hectárea que implantó con maíz temprano, y 390 dólares por hectárea sembrada con maíz tardío.

En el caso del productor rentista, las pérdidas respecto a lo esperado al inicio de la campaña son aún más dramáticas: 245 dólares por hectárea de soja temprana y 136 en el caso de la soja que sigue a un trigo u otro cultivo de invierno. En maíz, la caída del margen neto asciende a 319 dólares por cada hectárea destinada al grano de primera y 312 por cada hectárea que sembró con maíz tardío. Para él, los lotes que destinó a variedades de primera tanto de la oleaginosa como del cereal le acarrearán un margen neto negativo en el ciclo en desarrollo; es decir, los ingresos no alcanzarán para cubrir sus costos.

Ahora bien, fuera del menor rinde con el que deberán costearse los insumos, impuestos y servicios para cada hectárea cosechada, debe considerarse el costo de implantación en las hectáreas que se sembraron, pero no serán trilladas como consecuencia de la pérdida total de plantas. Según estimaciones de GEA ello asciende a 800.000 hectáreas en el caso de la soja, y 227.200 en maíz (computando sólo el incremento de área no cosechada entre las proyecciones de diciembre y enero, asumiendo que el resto puede reutilizarse para picado, silaje y otros). Sobre esta superficie se imputan como pérdidas el 70% del costo en insumos más siembra y pulverización en soja, y el 80% de los mismos en maíz (asumiendo que al no trillarse el resto de las erogaciones no se harán efectivas).

En el cómputo global de las pérdidas para el sector productor, desde la entidad con sede en Rosario asumieron que el 50% de la producción se realiza bajo arrendamiento y el 50% en campo propio. Con este supuesto, y ponderando por el hectareaje sembrado a nivel nacional de soja y maíz temprano y tardío, se tiene que las pérdidas totales directas para los hombres y mujeres de campo como consecuencia del complicado estado de los cultivos ya ascienden a 2.900 millones de dólares a enero 2022.

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